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Foto del escritorSofia Di Palma

Carta a mis amigas

Con Luna y Cami llegamos al aeropuerto a las 11 y 11 de la mañana, y todo lo que diga a partir de este momento será verdad. Por eso creo que es tan importante escuchar como forma de vida, no como distracción ansiosa o ansiolitica, como dice mi amiga Ro, con quien me reencuentro después de ocho años, una pelea en el auto, una mudanza, un matrimonio, un rockstar y una hija. Escuchar, porque justo al lado sucede todo lo que buscamos por allá. Aunque escuchar es todo lo que nunca jamás hacemos, hasta que Juli decide hablar, y en ese peregrinar de emociones rocosas por ideas antiguas que se desintegran con el líquido de sus lágrimas poco visibles y amarillas (casi como la piedra del Elefante que hoy subimos con Vir), no sucede lo que importa sino lo que es:

un momento,

un silencio,

un interfaz indeterminado y disfrazado en el tiempo que nos trajo hasta acá, cuando casualmente, hace dos meses, (si, solo dos meses) decidimos viajar.

Vir me acompaña en silencio mientras Luna grita sus ideas geniales a la orilla del mar. Me mira de costado, y en sus ojos verdes y rasgados de complicidad, yo viajo a mi infancia de recreos y me distraigo con el viento, pero ella tiende una mano veloz y fugaz, y sujeta en un instante lo más preciado de mi mundo, un pedacito de mi. Es ahí cuando vuelvo a ser una niña herida, o rebelde, o confundida. Todos los tiempos al mismo tiempo y todas las vidas que son fragmentos de la misma, y me pregunto ¿Por qué mierda seguimos midiendo la vida en tiempo?, ¿En serio?

Me gusta pasar tiempo con Georgi, y me cuestiono no haberla invitado alguna vez a tomar una cerveza, o algo así, pero aprovecho y confirmo certezas muy ciertas como que estar no necesariamente es presencia. Y preparo un mate porque YA viene la Negra, mientras que susurro a escondidas una samba brasileña y recuerdo a mi mamá… Para mí los mates son ella. Una foto en el patio de mi casa con diez y nueve años y un montón de revoluciones por hacer. Y en ese recuerdo también recuerdo mi corazón, que explotkskfkelsl fkfleksmsld wjfovtlslam.

¿Hasta donde se puede querer a una amiga?

Y después me fui, pero como adivinas, o brujas, o eternas, nos despedíamos excesiva y ridículamente en distintas ocasiones. Por si acaso sucediera, lo que acabó por suceder.

(…).

Hoy Maca me preguntó algo en la cocina, pero por suerte soy actriz, entonces justo me picó el ojo y actué normal, es decir, me fui. Como hacen los normales, digo, los que se van.

Si pudiéramos escuchar lo que ocurre justo al lado seríamos, no se, pero sucede que cuando sos chiquito te enseñan que hacer teatro es hacer muchas cosas al mismo tiempo, y ser buena actriz es saber hablar.

CRI CRI CRI

Para mí, todo sucede justo mientras vos gritas. SHHHH. Un poquito de silencio que quiero sentirte vibrar.  SHHH, que llega Agos, con las historias de su historia que le ocasionan heridas históricas y rojas. Y le echa la culpa a lo que inventa, como si no tuviera en sus manos el poder de sanar. Acierta al tener miedo. Es tan inteligente y poderosa que camina derrochando magia mientras sus pasos dan vuelta tipo calesita de caballos que suben y bajan, y ya se cansan de andar. Y yo me pregunto por qué seguimos midiendo la vida en tiempo. Ahora sus pasos reposan y se esposan en el silencio de cristales molidos, y entonces la vida es ¿equilibrio? Y así trepa y baila en esa ilusión de estabilidad fragmentada y suicida, contorsionista de caño gris, sin vida hasta empezar a vivir.

Yo alguna vez me fui de acá. No me juzguen, lo anticipaba en cada abrazo adolescente sin motivo alguno excepto el amor de nuestra amistad. Por varios años necesité correr (me) para volver a empezar. Y volví pero no volví, y me fui pero siempre estuve. ¿Por qué seguimos midiendo la vida en tiempo? ¿Por qué elegimos medir la vida en tie/.

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